Diarios de Fantastic

...o cómo salir del pozo.

Coraje

sábado, 30 de agosto de 2008


Acabo de ingerir una cena normal. Una tortilla, un rollito y una mousse.

Estoy escribiendo mientras inspiro y espiro profundamente, encojo la tripa, doy golpes con una mano (la otra está en el teclado, claro. No soy un mutante ni nada parecido... de momento) y muevo las piernas como si estuviera tocando con la batería Crazy Little Thing Called Love (sí, toco la batería), intentando perder alguna caloría extra.

Estoy en un quinto piso, en casa de mis tíos, y he pensado en tirarme por la ventana.

Creo que sabes lo que pasa.

¿Me tiro?


Os dejo con el bicho del Sumsún. Es un Pown.

Caca

viernes, 29 de agosto de 2008


Oh, Dios, voy a tener que ponerme un póster en la pared para recordarme cada mañana que escriba algo, aunque sea un truño.
Bien, pues llevo tantísimo tiempo sin escribir nada porque llevo demasiada mierda en la cabeza. Podría soltarla toda como si fuera vómito, pero seguro que sería demasiado denso como para ser capaz de atravesar mi garganta (o la de cualquiera).
De escatología va hoy la cosa.

Prefiero dejar aparte las costillas y los desgarros esofágicos durante unos momentos.
La verdad es que necesito esparcirme, que pronto tendré que empezar el curso y, como la psiquiatra y la psicóloga se han largado de vacaciones, podré cavilar por mi cuenta durante unos días.

Oh, Jesús. Tan pocas líneas y tan poca inspiración.
Cuando abrí esto creí que SIEMPRE tendría algo de lo que hablar con cualquiera, pero ahora mismo compruebo que era una puta mentira.

Me cago en diez. Pues os voy a contar la idea de madrugada que vino a visitarme ayer por la noche.

Yo estaba tumbada en la cama, intentando dormir.
Entonces, una de ellas me llamó al cerebro (sí, qué pasa, tengo un timbre en el cerebro. Además, suena como La Cucaracha). Era una idea de Fotolog, que más tarde pasó a convertirse en una especie de filosofía neoyorquina en plan protagonista de libro chick-lit basura.
Sí. Las ideas de madrugada de Fotolog suelen ser cosas con las que actualizaría lo propio, bien porque llaman la atención a la gente cotilla; bien porque soy así de lela y me gusta crear revuelo.

En fin. Ella me resumió lo acaecido en los últimos días, y me contó aquello que yo debería gritar al mundo la mañana siguiente.

Bueno, creo que primero deberías saber qué coño es eso que ha pasado, porque si no no vas a pisparte de nada, querido amigo.

Pues, básicamente, soy sociable. Sí, ahora soy sociable.
Me ha trastornado mucho. Es que no me gusta. De la noche a la mañana me llevo de Cinecito con gente a la que antes ni saludaba por la calle.
Me he hecho un Tuenti y me han agregado las tías de mi clase. Estoy flipando, porque jamás de los jamases he sido de mariconadas de esas y ahora vivo actualizando mierdas.

Bien, pues la idea me susurró al cerebelo: "se acabó".
Asimismo, abrí el ordenador, cerré la cuenta en el Tuenti y borré el historial.
Me dije (o me dijo, según se mire): "Soy la puta hostia. Me estoy convirtiendo en una tía buena, me he ido de compras y me he gastado un montón de perras, he estado 5 veces en el pabellón de España de la Expo y soy una diva divina. No quiero ser mediocre. A esa gente, que le den. Molo mazo."
Y me dormí tan ricamente, convencida de que vivir para ser guay iba a ser bien chulo y sabiendo que era la mentira más gorda que me he contado nunca, pero también la que mejor me había hecho sentir.

Creo que lo mejor que puedo hacer es despreocuparme y dejar la vida pasar. Reflexionar... sí, pero lo justo y necesario. Quiero salir.

Y tú, ¿qué opinas?

Por cierto, estoy muy impaciente.
Y acabo de cumplir 14 añazos. Seguir viviendo es algo que debemos celebrar... ¿o lamentar?

P.D.: Además de escatológica, hoy voy de pitonisa enigmática por el camino. Ya veis.

Os dejo con la canción que sonaba en el momento más importante de mi vida.

Bratt, Nancy

jueves, 31 de julio de 2008

Nancy Bratt es una mujer a quien tuve el placer de conocer a través de MySpace.
Sufre trastornos de la conducta alimentaria (y digo trastornos, así que todo se agrava bastante) desde hace más de diez años. Ahora, tras muchas infecciones, fallos orgánicos y una vida sobre una camilla es una paciente terminal.
Su mensaje... es contundente. Es necesario. Es real.
Básicamente, Nancy (o Nanny, como suelen llamarla) quiere que LUCHES por salir de tu TCA. Que no todo está resuelto. Ella necesita que su historia valga para algo. Que su batalla perdida nos incentive a ganar la guerra.

Al ser el suyo un caso muy mediático (la gente sólo busca cuerpos devastados como el de Nancy, el morbo por el morbo...) ha abierto los ojos a media red de redes. También quiere que os deis cuenta de lo crudo de estas enfermedades, de lo difícil que es pelear por recuperarse de ellas y de que cada vez, desgraciadamente, proliferan más.

Admiro mucho a esta mujer. Es el coraje hecho persona. Ha intentado por todos los medios vivir, ha combatido por su vida... una vida que se le escapa de las manos. Con sólo 35 años llama a las puertas del cielo... una verdadera lástima.
Pero lo que de verdad me sorprende es que todavía sonríe. Disfruta de sus últimos días con sus seres queridos. Yo no sería capaz.
Soy muy consciente de lo que tiene que estar pasando por su cabeza. De los sentimientos tan intensos que desarrolla en su interior. Y aún le quedan fuerzas para sonreír... es, meramente, increíble.

Ella ruega a todos los católicos que recen por su familia. Yo ruego a todos los católicos que recen también por ella. Porque se merecía algo mejor, algo mucho mejor.

Os dejo con un vídeo escalofriante de la vida de Nancy Bratt en un hospital.

Besos

miércoles, 30 de julio de 2008


Ay, que ya vamos por la B.
Mientras hablaba con mi querido marido he leído un comentario en la entrada anterior. Venga, no pienso rendirme, voy a continuar escribiendo. Que igual los de Blogger me mandan a Rambo a mi casa, por cobarde, que habrán dicho "a ver si esta le echa cojones".
Pues anda que no molaría que se arrejuntaran todos en un despachico sólo para mandarme al Stallone a Fantastic Palace. Pero es más fácil que me manden un camión de saladitos, a ver si me engordo y dejo de dar el coñazo. Más rentable, fijo. Guay.

Y es que escribir con regularidad en un blog no es cosa fácil, amigo lector. Y menos cuando una está empezando.
La paranoia alcanza su punto máximo de madrugada. Es como un estado de embriaguez inofensiva. Y me encanta, porque puedo escribir lo que quiera y donde quiera. Pero ahora, que se me ocurran esas ideas y no las escriba... y adiós les puedo decir, que se van por donde han venido.

-Hola, Fantastic. Soy una idea de madrugada.
-Y a mí qué me cuentas, tía.
-¡Escríbeme!
-Anda la hostia.

De verdad. Que me hablan y todo.
Bueno, cuando ya lleve unos cuantos posts contándoos mi vida, probablemente profundice sobre algo muy concreto, interesante, jugoso e inteligente. Pero, hasta entonces, aquí estamos. Que hablo mucho y no digo nada.
De momento...

Creo que mañana os hablaré sobre Nancy Bratt. Hasta entonces, os dejo con Caótico Fanegas (soy fan de La Hora Chanante/ Muchachada Nuí desde hace tela de tiempo).

Amarillo

viernes, 18 de julio de 2008


Amarillo. Como los rayos de la mañana llamando a la puerta de esa habitación.
-Toc toc.
-¿Quién es?
-Soy yo, el rayo de luz.
-Lo siento, se ha confundido.

Sabes... aún no me hago a la idea. Aún no me hago a la idea de, por ejemplo, despertarme allí.
-Oh, buenos días.
-Buenos días.
-Toma, el desayuno.

Y se me quedaría mirando fijamente hasta que engullese las galletas, la leche, el zumo y la madre que los parió a todos. Me recogería los cacharros y me dejaría ahí tirada.
-¿Ahora qué hago?
-Nada.
-¿Cómo que nada? Es que me aburro.
-Reposo absoluto. Haberlo pensado antes de llegar a este extremo, niña. Cuarenta y tres kilos no dan para más.

Vaya.
Esa es una de las principales razones por las que he dejado abandonado todos estos días mi Fruttopía número 2: Médicos, problemas y más médicos. Hordas de colegiados acuden a mi casa todos los días con antorchas en la mano a recordarme que registre todo lo que como -no lo haré en un blog. Eso ya no, qué obsesión.


Os dejo con mi querido amigo sueco.