...o cómo salir del pozo.

Bratt, Nancy

jueves, 31 de julio de 2008

Nancy Bratt es una mujer a quien tuve el placer de conocer a través de MySpace.
Sufre trastornos de la conducta alimentaria (y digo trastornos, así que todo se agrava bastante) desde hace más de diez años. Ahora, tras muchas infecciones, fallos orgánicos y una vida sobre una camilla es una paciente terminal.
Su mensaje... es contundente. Es necesario. Es real.
Básicamente, Nancy (o Nanny, como suelen llamarla) quiere que LUCHES por salir de tu TCA. Que no todo está resuelto. Ella necesita que su historia valga para algo. Que su batalla perdida nos incentive a ganar la guerra.

Al ser el suyo un caso muy mediático (la gente sólo busca cuerpos devastados como el de Nancy, el morbo por el morbo...) ha abierto los ojos a media red de redes. También quiere que os deis cuenta de lo crudo de estas enfermedades, de lo difícil que es pelear por recuperarse de ellas y de que cada vez, desgraciadamente, proliferan más.

Admiro mucho a esta mujer. Es el coraje hecho persona. Ha intentado por todos los medios vivir, ha combatido por su vida... una vida que se le escapa de las manos. Con sólo 35 años llama a las puertas del cielo... una verdadera lástima.
Pero lo que de verdad me sorprende es que todavía sonríe. Disfruta de sus últimos días con sus seres queridos. Yo no sería capaz.
Soy muy consciente de lo que tiene que estar pasando por su cabeza. De los sentimientos tan intensos que desarrolla en su interior. Y aún le quedan fuerzas para sonreír... es, meramente, increíble.

Ella ruega a todos los católicos que recen por su familia. Yo ruego a todos los católicos que recen también por ella. Porque se merecía algo mejor, algo mucho mejor.

Os dejo con un vídeo escalofriante de la vida de Nancy Bratt en un hospital.

Besos

miércoles, 30 de julio de 2008


Ay, que ya vamos por la B.
Mientras hablaba con mi querido marido he leído un comentario en la entrada anterior. Venga, no pienso rendirme, voy a continuar escribiendo. Que igual los de Blogger me mandan a Rambo a mi casa, por cobarde, que habrán dicho "a ver si esta le echa cojones".
Pues anda que no molaría que se arrejuntaran todos en un despachico sólo para mandarme al Stallone a Fantastic Palace. Pero es más fácil que me manden un camión de saladitos, a ver si me engordo y dejo de dar el coñazo. Más rentable, fijo. Guay.

Y es que escribir con regularidad en un blog no es cosa fácil, amigo lector. Y menos cuando una está empezando.
La paranoia alcanza su punto máximo de madrugada. Es como un estado de embriaguez inofensiva. Y me encanta, porque puedo escribir lo que quiera y donde quiera. Pero ahora, que se me ocurran esas ideas y no las escriba... y adiós les puedo decir, que se van por donde han venido.

-Hola, Fantastic. Soy una idea de madrugada.
-Y a mí qué me cuentas, tía.
-¡Escríbeme!
-Anda la hostia.

De verdad. Que me hablan y todo.
Bueno, cuando ya lleve unos cuantos posts contándoos mi vida, probablemente profundice sobre algo muy concreto, interesante, jugoso e inteligente. Pero, hasta entonces, aquí estamos. Que hablo mucho y no digo nada.
De momento...

Creo que mañana os hablaré sobre Nancy Bratt. Hasta entonces, os dejo con Caótico Fanegas (soy fan de La Hora Chanante/ Muchachada Nuí desde hace tela de tiempo).

Amarillo

viernes, 18 de julio de 2008


Amarillo. Como los rayos de la mañana llamando a la puerta de esa habitación.
-Toc toc.
-¿Quién es?
-Soy yo, el rayo de luz.
-Lo siento, se ha confundido.

Sabes... aún no me hago a la idea. Aún no me hago a la idea de, por ejemplo, despertarme allí.
-Oh, buenos días.
-Buenos días.
-Toma, el desayuno.

Y se me quedaría mirando fijamente hasta que engullese las galletas, la leche, el zumo y la madre que los parió a todos. Me recogería los cacharros y me dejaría ahí tirada.
-¿Ahora qué hago?
-Nada.
-¿Cómo que nada? Es que me aburro.
-Reposo absoluto. Haberlo pensado antes de llegar a este extremo, niña. Cuarenta y tres kilos no dan para más.

Vaya.
Esa es una de las principales razones por las que he dejado abandonado todos estos días mi Fruttopía número 2: Médicos, problemas y más médicos. Hordas de colegiados acuden a mi casa todos los días con antorchas en la mano a recordarme que registre todo lo que como -no lo haré en un blog. Eso ya no, qué obsesión.


Os dejo con mi querido amigo sueco.